La violencia estatal hacia los Occupy

Violencia policíaca en los Occupy

En los últimos días, cientos de integrantes de los movimientos Occupy han sido encarcelados por las policías, tanto en ciudades de los Estados Unidos como en ciudades de Europa. El motivo formal es la falta de salubridad en las carpas de las ocupaciones y las molestias causadas a los negocios circundantes. El motivo real: la crisis social y económica está instalada, pero, políticamente, cuanto menos visibles los reclamos, mejor. Que nada cambie.

Es sabido que estos movimientos engloban una variopinta diversidad de demandas dirigidas tanto a instituciones bancarias y financieras, como a instituciones internacionales y gubernamentales. En general, la violencia vivida hasta el momento ha sido la de las fuerzas de seguridad hacia los demandantes. En cientos de casos ha terminado en arrestos, mientras en otros en la disolución de las concentraciones de protesta bajo el amparo de regulaciones municipales o estatales. Como a menudo ocurre, se presentan contradicciones entre estas leyes o regulaciones locales con la Ley Superior. Claramente, la Enmienda I de la Constitución de los Estados Unidos de 1787, estipula que “El Congreso no hará ley alguna […] que coarte la libertad de palabra o de imprenta, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios”. Estas contradicciones se ven resueltas, en general, en favor de los movilizados, en los juzgados e incluso en las Cortes Supremas.
Henry David Thoreau
A mediados del siglo XIX, el pensador americano Henry David Thoreau (1817-1862) realizó un escrito titulado “Desobediencia Civil”, en el cual condenaba tanto las leyes injustas emanadas de algunos estados americanos (por ejemplo, la esclavitud), como la Guerra entre los Estados Unidos y Méjico (1846-1848), que el gobierno estaba llevando a cabo sin el consenso del pueblo. Decidió que de alguna forma tenía que hacerle saber al gobierno su descontento. Pensó que el único contacto material que tenía con éste era el recaudador de impuestos una vez al año. La gran abstracción que significaba el Estado, se personificaba para el ciudadano común en un hombre de carne y hueso, el recaudador. Fue así que resolvió no pagar el impuesto de empadronamiento, considerando que al mostrarle su descontento le estaba haciendo un favor al gobierno. Fue preso y liberado al día siguiente porque alguien le pagó la fianza. Este acto quedó para la posteridad señalado en su obra. Allí afirma que “bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar para un hombre justo es la cárcel”. Explica que las minorías que se amoldan pasivamente a las mayorías, son impotentes. En cambio, se vuelven insostenibles cuando colocan todo su peso en los reclamos. Tengamos presente que esta obra inspiró a las protestas dirigidas por Gandhi y por Martin Luther King. Con sabiduría, Thoreau nos recuerda una frase de Confucio, registrada en Las Analectas, que dice que “Si un Estado es gobernado por los principios de la razón, la pobreza y la miseria son objeto de vergüenza; si el Estado no es gobernado por los principios de la razón, la riqueza y los honores son objeto de vergüenza”. Bien podría ser utilizada como lema por los movimientos Occupy.
En síntesis, Thoreau nos advierte que somos nosotros, los ciudadanos, quienes legitimamos a los gobiernos. Pero, los legitimamos para vivir mejor que no teniendo gobiernos. ¿Qué pensarán los pobres, los indigentes, los desocupados, los jóvenes sin futuro? Para reflexionar…
Alejandro Fidias Fabri

2 Comments

  1. Excelente articulo Alex. Creo que realmente ayuda a reflexionar y entender que los indignados molestan por lo que representan y no por la plaza que ensucian.

    Marcelo Galvez

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